Era finales de marzo en París, se asomaba la primavera y después de caminar todo el día por buena parte de la ciudad con mi cámara al cuello, un mapa en mano, un par de snacks y agua en mi mochila no se me ocurrió nada mejor que despedir el día desde La Torre de 300 metros, nombre con el que se dió a conocer la Torre Eiffel en 1889 y que hoy en día constituye el monumento de entrada paga más visitado del planeta.
Las entradas varían desde los 3.5 a 15 Euros (para el 2014), dependiendo del nivel al que se desee llegar, el medio (escaleras o ascensores) y si se tiene algún tipo de discapacidad. De volver a visitar la ciudad luz, sin dudarlo volvería a subir a la torre al final de la tarde (a eso de las 19:00) porque ver caer la noche desde coloso es un espectáculo único cargado de tranquilidad, frescura, cultura y el romanticismo propio de la ciudad.
Desde La Tour Eiffel se puede ver toda París en un ángulo de 360°, pudiendo contemplar desde los antiguos barrios con el estilo propio de la ciudad hasta La Défense, el distrito financiero que se impone con sus modernos rascacielos al oeste de la ciudad.
Las imágenes hablan por sí solas.
Yorwind Lisandro Brito
No hay comentarios:
Publicar un comentario